Otoño
Allí estaba ella, en el mismo banco del parque en que la conocí. Su cabello ondeaba al viento otoñal, fresco y juguetón. Su pose, la de una mujer echa a si misma, decidida, pero con un toque de inocencia. Al verla tuve la certeza de que jamás seria mía, pero algo en mi interior me empujó a hablarle. Sesenta años me separan de aquella escena sin saber aún como la enamoré.
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